El logro más significativo es la voluntad de diálogo, es ese “construir juntos” que ha hecho posible contribuir en el desarrollo sostenible de la industria y de la nación

Por casi dos décadas, Cirse Almánzar ha liderado, como vicepresidenta ejecutiva, la Asociación de Industrias de la República Dominicana, Inc. (AIRD), institución que reúne a las más importantes empresas del sector industrial dominicano.

Con una firme y marcada trayectoria, caracterizada por numerosos aportes al país y al sector de industrias, Circe Almánzar nos revela su visión acerca del éxito y de la realidad de las industrias en nuestro país y en escenarios internacionales. Revista Factor del Éxito se complace en contar con su ponencia para esta edición.

Siendo considerada una de las mujeres más influyentes de nuestro país, ¿de qué manera define el éxito?

Mi éxito ha sido construir junto a otros resultados a favor de mi país, al que amo con pasión. No es, por lo tanto, una tarea solitaria. Ni es tampoco el saberlo todo (al contrario, es el aprender de todos), todos los días.

Y es ese construir junto a otros que ha hecho posible obtener resultados que de otro modo hubiese sido imposible; ha permitido, además, que contribuyamos al desarrollo sostenible de la industria y de la nación.

Ha sido un “nosotros” que, sin anular el aporte de cada persona y cada institución, nos permite hoy seguir soñando, seguir luchando, seguir logrando... y de paso, abrir puertas a nuevas generaciones y al país.

Usted lleva casi dos décadas en la AIRD, ¿Cómo ha evolucionado la organización que agrupa a 2,000 empresas? ¿Y cuáles han sido los grandes hitos que ha marcado en el país? Observamos también que en su trayectoria ha participado en mesas de diálogo e importantes discusiones que trajeron reformas y cambios, ¿Cuál considera que es su mayor logro para el desarrollo de la industria dominicana?

En estas casi dos décadas la AIRD se ha transformado.

Es una institución más abierta que ha integrado nuevas generaciones y que se ha adecuado a los cambios que se han ido produciendo en la sociedad.

Una industria y una economía que ha vivido un proceso de apertura fuerte, diría que de los más fuertes del mundo.

Vine de una organización que enarbola la bandera de lo institucional. Ingreso a la AIRD y entonces aprendo de comercio, de industria, de producción, de lo nuestro, de lo fabricado localmente, de la importancia de la producción industrial. Es decir, aprendo sobre la economía real.

Esto dio lugar a una simbiosis perfecta. Se generó una dinámica, sobre todo, el equipo que se creó produjo ese cambio y esa transformación institucional en la AIRD, fortaleciendo su rol y capacidad de producir cambios y transformaciones profundas.

 

De ser una institución a puertas cerradas, pasa a ser una institución que escucha y es escuchada, que está presente en todas las discusiones. Pasa a ser la primera en plantear propuestas y soluciones.

 

Ha sido un arduo trabajo de mucha gente, mucho esfuerzo, pasión y creatividad. También de mucho apoyo de quienes construyeron la AIRD, que aman la industria, que saben y valoran la importancia que tiene la producción nacional.

 

Es decir, no dejar de valorar el pasado, para hacer mejor el presente y construir un futuro.

 

República Dominicana es un país diferente, si lo miramos 20 años hacia atrás. He sido partícipe de discusiones de importantes reformas en materia de regulación de mercado y de seguridad social. También la construcción de diálogos, con los actores de la sociedad civil para construir la paz social. Además, el Consejo Económico y Social del cual me siento testigo y parte.

 

La construcción de grandes reformas con base en el diálogo, con consenso que no siempre ha sido a unanimidad, pero sí sostenido en ese espíritu de diálogo.

 

El Pacto Eléctrico, el Pacto Educativo, las reformas fiscales en las que hemos participado, la reforma de la justicia, el trabajo por la independencia judicial (con pasos atrás y adelante), han sido de las reformas que considero más trascendentales de los últimos tiempos.

Sin embargo, un gran aporte que considero he hecho a la industria ha sido mi participación en la Ley de ProIndustria y en otras como las Leyes de Residuos, de Protección al Consumidor, de Pro-Competencia, de APP, entre otros.

No creo que sea factible hablar de un solo gran logro ni que el logro ha sido de una sola persona, ni siquiera de una sola institución como la AIRD, sino de un conjunto de instituciones y del sector público. El logro más significativo se ha llamado: voluntad de diálogo. Es algo que estamos llamados a sostener y es una puerta ancha que nos lleva y nos llevará a múltiples logros para el desarrollo sostenible de nuestra nación.

¿Considera que el marco legal de nuestro país protege y respalda el sector industrial y cuáles iniciativas entiende necesarias implementar para alcanzar esta meta?

Creo que el mejor marco legal para respaldar el proceso de reindustrialización del país es un clima de seguridad jurídica. Ese es el mejor marco legal: reglas de juego claras, sin cambios constantes, con estabilidad macroeconómica, institucionalidad fuerte.

 

Es decir, un estado de derecho fuerte. Es lo más importante.

 

La Ley de ProIndustria está ahí. Esperamos que se mantenga. Fue un arduo trabajo lograrla. No cambiemos las reglas de juego. Mantengamos el clima de inversión que hacen de nuestro país uno de los destinos más envidiables de Latinoamérica.

 

Que nos sintamos orgullosos de que nos digan: “¡Qué bien le va a su país! ¡Qué economía!”. Es algo que debemos proteger, demostrar, asegurar y cuidar, porque eso no se ve todos los días.

¿Qué papel representa la industria manufacturera para la economía dominicana? ¿Cómo ve hoy la industria nacional?

A veces, no es valorado. La pandemia lo puso en evidencia: la resiliencia mostrada por la industria, el rol de que a nadie le faltara nada... pero en ocasiones se nos olvida lo importante que es tener sectores productivos fuertes, que nos brindan lo que cada día necesitamos consumir, que nos lo facilitan nuestras industrias.

Eso es lo que nos ofrecen todos los días. Además, los empleos que genera, los niveles salariales (que implica dignidad), siendo los promedios más altos en nuestro país.

Valoremos lo nuestro, valoremos nuestras marcas. Nuestros productos nacionales constituyen parte de nuestro arraigo.

¿Cuáles son los principales retos y desafíos que tiene por delante el sector de industrias tanto a nivel nacional como internacional?

Hay retos coyunturales, actuales, consecuencias de la pandemia: la inflación, problemas logísticos, el incremento de precios de los commodities, el incremento de los fletes, el incremento en los precios del petróleo que podría agravarse por la situación en Ucrania.

Además, posibles situaciones ante nuevas variantes del COVID-19, así como por la situación indefinida y preocupante de Haití.

 

Una economía relativamente pequeña, como la dominicana, tiene que aprovechar más la posición geográfica del país e incrementar el valor agregado de la producción.

En tal sentido, estamos llamados a atraer más inversiones que nos posibiliten incrementar la producción e impulsar más la innovación para que nuestras exportaciones tengan mayor valor, pero productos nuestros, productos marca-país, que tengan raíces... no simple inversión extranjera, sino inversión que se quede y que se encadene con la industria nacional.

Lograr el objetivo de encadenar turismo con industria local; la industria local con la agropecuaria.

 

Un gran desafío tiene que ver con el déficit fiscal en nuestro país. El reto es lograr la sostenibilidad fiscal a mediano plazo para lo cual se requiere resolver la crisis eléctrica (las soluciones están planteadas en el Pacto Eléctrico).

En palabras de Almánzar, nuestro enfoque debe ser aplicar los planes que ya tenemos, considerando que ponerlos en práctica es lo que nos llevará a superar cada uno de los desafíos y retos que tenemos por delante, tanto en el sector de industrias, como para la nación en general.