Cuando una mujer avanza, avanzan todas las mujeres
A través de su labor como presidenta del Gabinete de Niñez y Adolescencia, entre cuyos objetivos está la reducción de las uniones tempranas y el embarazo adolescente, y la coordinación de soluciones de problemas perentorios de ciudadanos y ciudadanas que solicitan asistencia, Raquel Arbaje demuestra cada día su vocación de servicio y liderazgo.
Señala que entre las características fundamentales de una mujer líder “están la claridad de ideas, asumir el liderazgo como un articulador colectivo y no como instrumento de poder, y el compromiso con el proyecto que lidera”.
Está convencida que la capacidad transformadora del liderazgo femenino deviene de que cambia la cultura y las mentalidades. “En sociedades donde, pese a notorios avances, las mujeres continúan siendo relegadas de los puestos de decisión de mayor importancia, una lideresa tiene el poder de poner en jaque las ideas preconcebidas sobre las competencias
femeninas, de desmontar los estereotipos y de evidenciar la fragilidad del constructo social que la relega. Además, tiene una gran fuerza inspiradora para las otras mujeres”.
“Una mujer en un puesto de decisión puede impulsar políticas paritarias; incidir en la creación de espacios que fomenten la mejora de la condición de las mujeres; utilizar su influencia para destrabar el ascenso de otras mujeres en el espacio social, laboral, cultural o político que comparten, por ejemplo”, afirma.