Peligrosa carrera de egos políticos
Septiembre ha sido un mes de huracanes y terremotos, que afectaron gravemente a Estados Unidos, México y a las islas del Caribe. En medio de los golpes de la naturaleza, los habitantes del planeta también hemos sentido la ansiedad que provoca un posible conflicto nuclear entre Estados Unidos y Corea del Norte.
Estamos en presencia de una guerra de egos, donde prevalece el insulto y el lenguaje bélico. Su desarrollo nos muestra el poco grado de preparación de los analfabetos emocionales que dirigen ambos países: Donald Trump calificó a Kim Jong Un como el “hombre cohete”, mientras que el dictador norcoreano dijo que el presidente de EEUU era un “viejo senil”.
Más allá de las enseñanzas de la naturaleza, debemos unirnos en el amor, la tolerancia y la compasión. Es momento de hacer entender a ambos gobernantes que deben cultivar una conciencia superior, si pretenden ser el alma y la voz de su nación y de toda la humanidad. Porque todos somos uno, y no hay fronteras entre los seres humanos.
Trump se levanta todos los días con el pie izquierdo, y lo demuestra en las redes sociales. Hace gala de su poco conocimiento diplomático, algo que debería dominar un dirigente de su nivel. Por otro lado, Kim Jong Un desconoce el significado del concepto de civilización y dirige su país de forma autocrática. En sí mismos no son comparables, democráticamente hablando, porque al primero lo eligieron los estadounidenses, con su voto libre y soberano; pero los dos tienen un peligroso problema de ego.
Entonces, entre tanto caos (con elementos naturales y otros inducidos por el propio hombre) ¿qué debemos hacer para vivir mejor?
En mi opinión, sembrar el amor desde dentro, para extirpar la ansiedad, el miedo y el odio, que al final son las semillas del terror y la intolerancia. Apuesto porque nos miremos por dentro, y descubramos que, más allá del ego y de nuestras falsas identidades de razas, etnias y de credos, todos merecemos la armonía y la convivencia pacífica.
Hagamos un llamado a los líderes políticos para que no nos arrebaten la vida y la paz, y para que garanticen un futuro mejor a las nuevas generaciones. Con tres problemas raíces sobre las espaldas —egoísmo, avaricia y apatía—, el mundo se debate en medio de la pobreza, el cambio climático, la desigualdad social y la mala calidad de la educación.
Para solucionar nuestra debilidad de conciencia, trabajemos juntos para transformar el estado de cosas. Como dijo Mahatma Gandhi, “sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”.
{Escala con Cala}