Incertidumbre, eso que tu cerebro no sabe gestionar
Desde hace un tiempo se viene hablando de lo rápido que están cambiando las cosas a nivel social, empresarial y hasta personal. Muchos están planteándose reinventarse, modernizarse y hasta innovar. Pero ¿Qué tan fácil resulta para nuestro cerebro gestionar esto, que parece ser “miedo al cambio”? En esta oportunidad hablaremos de la incertidumbre, en qué se diferencia del miedo y cómo dar el primer paso.
La crisis del mercado ha llevado a la empresa a reinventarse. Ofrecer nuevas opciones y desarrollar otros productos. Luego de 20 años haciendo lo mismo, el director de operaciones se enfrenta a una situación que no lo deja dormir: debe asegurarle a los socios de la empresa que el nuevo producto funcionará y que las ventas volverán a estar como antes.
Este es el tipo de situaciones que enfrentan no sólo empresas que cambian su dirección, sino también quien elige embarcarse en una nueva carrera profesional o quien elige crear un negocio propio. Se llama incertidumbre y, por mucho que se hable de ello como el gran monstruo a derrotar, está neurológicamente demostrado que el cerebro no sabe cómo lidiar con esto.
La gran mayoría de las personas confunde incertidumbre con miedo. No, no es un error de percepción, sino un error de funcionalidad. Nuestro cerebro utiliza las mismas estructuras neuronales para gestionar el miedo y la incertidumbre. Para ganarle la partida a la incertidumbre no se requiere de inteligencia, sino de humildad. Aceptar públicamente que no sabemos, nos hará humanos y nos permitirá entrar en la tormenta con más tranquilidad.
El miedo es una emoción básica, que está asociada con la sobrevivencia. Literalmente, el miedo es el riesgo de morir. La incertidumbre es una situación temporal donde sencillamente no se sabe qué va a pasar. No hay ninguna memoria de la cual el cerebro se pueda valer para hacer proyecciones, por lo tanto, se paraliza. Entonces aquí está la primera clave: si es un producto innovador, si somos los primeros o si nunca lo hemos hecho antes, entonces estamos en incertidumbre, no en miedo. El miedo es de fallar, pero no de avanzar.
Ahora que ya sabemos que no sabemos lo que va a pasar, entonces hay que buscar referencias externas, ya sean empresas o personas que nos sirvan de guía, o profesionales que tengan experiencia realizando cosas similares. Como consultor financiero y tecnológico, he tenido que acompañar a directores financieros que necesitan ver el retorno a la inversión del nuevo sistema empresarial, junto con empleados que literalmente sienten que se van a morir si el sistema nuevo los sustituye. Mi experiencia es que los sistemas no sustituyen a ningún empleado, sino que los hace más productivos.
Me he encontrado en situaciones donde sólo se le presta atención a la incertidumbre del director financiero, y poco se le presta atención al empleado. La consecuencia es nefasta, al punto de ver cómo un buen empleado se convierte en un saboteador del sistema hasta destruirlo. Esa es la sombra de la incertidumbre cuando no se sabe identificar correctamente, ni mucho menos se sabe gestionar oportunamente.
Tanto en la empresa como en la vida, eventualmente nos encontraremos en situaciones de incertidumbre. Saber diferenciarlas del miedo nos harán más conscientes de nuestras limitaciones personales y nos permitirá salir con más tranquilidad de la tan llamada zona de confort o zona de comodidad. Se dice fácil, pero para nuestro cerebro no lo es.