INTERVIEW Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, Economista de la Universidad de los Andes. Debate económico y social en el foco de la reactivación
La crisis sanitaria causada por la pandemia afectó la actividad económica mundial, especialmente en temas de movilidad humana, comercio exterior y los flujos financieros. La reactivación económica de los países es el tema urgente a trabajar en todas las latitudes. La expectativa para Latinoamérica, según BID y JP Morgan, es que la región se recupere en 2023.
Colombia, uno de los tres países andinos con mayor economía, ha logrado revertir la tendencia descendente, de forma lenta pero sostenida, durante los primeros meses del 2021. Según informe del FMI, la economía colombiana crecería este año un 5,1%. Sobre este tema y sobre su experiencia como economista, Factor de Éxito entrevistó a Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, economista de la Universidad de los Andes, máster en economía de esta misma universidad, máster en economía de la Universidad de Chicago, con estudios doctorales en economía en la Universidad de Chicago.
Previamente, Mejía fue Subdirector y luego Director del Departamento de Planeación de Colombia entre 2014 y 2018. Durante su administración, se lideró la implementación de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, se expidieron las políticas públicas de crecimiento verde y de calidad del aire, y se coordinó el soporte técnico al interior del gobierno durante el exitoso proceso de acceso de Colombia a la OCDE.
Luis Fernando también ha sido Director de Política Macroeconómica en el Ministerio de Hacienda de Colombia, así como investigador en el Banco Central de Colombia y el Banco Interamericano de Desarrollo en Washington. También ha sido profesor de macroeconomía en las Universidad de Chicago y varias universidades colombianas. Entre otras distinciones, Luis Fernando fue escogido como uno de los 50 líderes menores de 40 años en Colombia, recibió la beca Margaret Reid Memorial Fund de la Universidad de Chicago, así como el premio Martin & Margaret Lee al mejor examen de doctorado en macroeconomía en la misma universidad. Se encuentra actualmente en el 4% de los economistas con mayor número de citas académicas en América Latina.
En estos momentos, cuando la pandemia ha marcado un hito en la humanidad, ¿hacia dónde cree usted que deben redimensionarse los modelos económicos mundiales?
La pandemia exacerbó los principales problemas que existen en todo el mundo, no solo aumentando las brechas de inequidad en cada país sino también entre los países. Además, se vieron afectados en mayor medida la población más pobre, las mujeres, los grupos minoritarios, los trabajadores informales, entre otros. Esto pone en evidencia la necesidad de fortalecer las redes de protección social, lo que permitiría tener mejores herramientas para enfrentar futuros períodos de contracción económica. Así mismo, un aspecto fundamental que debería tener un mayor peso en las decisiones políticas locales, regionales y globales es el cambio climático, teniendo en cuenta que es una de las principales amenazas del siglo XXI. Es importante dimensionar las consecuencias negativas sobre la sociedad y el planeta si no desarrollamos modelos económicos sostenibles con el medio ambiente. Por tal razón, si queremos seguir luchando por la eliminación de la pobreza y la hambruna, por tener un completo acceso a agua limpia y a la educación, por la reducción de desigualdades y la obtención de un trabajo decente, la sostenibilidad ambiental es una condición necesaria para alcanzar estos grandes objetivos.
Estando al frente de Fedesarrollo, ¿cuál es su contribución al proceso de recuperación económica que lleva Colombia?
Desde el inicio de la pandemia, hemos sido conscientes de la gran responsabilidad que tienen los diferentes actores involucrados en la formulación de políticas públicas para lograr reactivar la economía colombiana, incluyendo el rol de los centros de investigación. Por eso, desde Fedesarrollo hemos contribuido con estudios, propuestas y discusiones en ámbitos tanto académicos como políticos que permitieron generar valiosas discusiones y que se tradujeron en políticas económicas y sociales adecuadas para el contexto de recuperación. Una de nuestras mayores contribuciones en este último año y medio ha sido la propuesta de un paquete de reformas sintetizadas en el libro “Reformas para una Colombia post-COVID-19”, que detalla un conjunto de reformas sociales, tributarias, laborales y de protección de la vejez para construir un nuevo contrato social progresivo para reducir la pobreza, incentivar la formalidad laboral y proteger a los adultos mayores. Además, en el libro “Descifrar el futuro” analizamos en detalle los problemas estructurales que han existido en Colombia y que han impedido un mayor crecimiento económico, y proponemos una serie de reformas concretas para estimular la productividad y el crecimiento de mediano y largo plazos. Así, hemos puesto en el centro del debate económico y social los problemas fundamentales, así como las propuestas que creemos permiten corregir estas falencias.
Actualmente usted figura en el 4% de los economistas con mayor número de citas académicas en América Latina, ¿cuál ha sido la clave para alcanzar logros como este?
En primer lugar, la preparación. He tenido la fortuna de formarme como economista a nivel de pregrado, maestría y doctorado, lo que me permitió adquirir las habilidades y conocimientos necesarios para desarrollar diversos proyectos de investigación y artículos publicables que, por suerte, han tenido una buena repercusión en distintas áreas. En segundo lugar, ha sido clave la posibilidad de trabajar con extraordinarios colegas, de los que he aprendido mucho más de lo que me ha sido posible enseñarles y que me han enriquecido en el plano personal y profesional. Con ellos tengo una enorme deuda intelectual.
Al ver en retrospectiva su carrera como economista, ¿cuál ha sido el mayor reto?
La capacidad de influir sobre los políticos. Los economistas usualmente creemos que el conocimiento técnico es suficiente para avanzar en las reformas que tanto necesitan nuestros países. Sin embargo, con el tiempo aprendemos que también se requiere de una gran capacidad de comunicación en lenguaje claro y de construcción de consensos, elementos que no hacen parte de las herramientas adquiridas durante nuestra formación profesional. Y reconocer que a veces las restricciones políticas impiden hacer todo lo que se pretende, pero que también se puede avanzar a paso firme, pero gradual, en la dirección correcta.
¿Qué ha sido lo más satisfactorio de su trayectoria profesional?
Por un lado, haber tenido la oportunidad de contribuir al mejoramiento del bienestar de mis compatriotas a través del diseño e implementación de diferentes políticas públicas. Por ejemplo, durante mi designación como Ministro de Planeación en Colombia (DNP) logramos rediseñar el sistema de subsidios para garantizar el acceso justo para la población más pobre, lideramos la implementación de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, expedimos las políticas públicas de crecimiento verde y de calidad del aire, y coordinamos el soporte técnico al interior del gobierno durante el exitoso proceso de acceso de Colombia a la OCDE. Por otro lado, ha sido una gran satisfacción poder trabajar al lado de grandes talentos jóvenes que han desarrollado un profundo respeto y admiración por el servicio público.