ENTREVISTA A LA SEÑORA INCLUSIÓN

Como la relación entre el humor y la inclusión ha resultado ser muy incluyente (incluyendo cachetones, tacleos y cancelaciones de programas), nos decidimos a entrevistar a la Señora Inclusión; quien amablemente nos incluyó, pero en su agenda. Eso sí: nos pidió que la entrevista fuese en un lugar inclusivo. Por tal motivo la hicimos en un avión, pues el avión no sabe ni cómo definirse a sí mismo. Lo fabricaron en un país, pertenece a una aerolínea de otro, sobrevuela sobre otro, tiene pasajeros de otro y se define a sí mismo como ave. Entonces, fue así como la entrevista comenzó cuando la Señora Inclusión abordó el avión con toda su comitiva: un traductor a lenguaje de señas, otro a lenguaje Braille y otro que pasaría todo lo dicho aquí a lenguaje inclusivo.

 

REUBEN: Hemos visto que usted siempre aboga por la paz, pero… ¿por qué siempre anda de tan mal humor?

 

SEÑORA INCLUSIÓN: Yo no estoy de mal humor. ¿Acaso me ves de mal humor? ¿O es que me quieres etiquetar como alguien de mal humor? Me avisas de una vez o si no, resolvemos esto por las malas.

 

R: No, tranquila. Es que pareciera que usted vive buscándole lo ofensivo a todo (y ni hablar de los chistes).

 

SI: No, para nada. Si de hecho hay chistes que no se meten con nadie.

 

R: Bueno, verdad, como ese chiste de “Había una vez un pollito que levantó la pata, luego levantó la otra y se cayó”.

 

SI: Ése sí ofensivo.

 

R: ¿Ofensivo?... ¿Contra quién?... ¿Los pollitos?

 

SI: No, las patas. ¿Por qué no se metieron con los patos machistas heteropatriarcales?

 

R: Bueno, entonces si es así, ¿cuál, según usted, es un chiste inofensivo?

 

SI: Hay uno que me gusta mucho porque no se mete con nadie y es éste, mira: “Un ser humane, se encuentra con otro ser humane y le dice hola y el otro le dice: la venden en aquel kiosco”.

 

R: Mmmmm…

 

SI: ¡Ja, ja, ja, ja!... ¿Viste?... ¡Ja, ja!... ¡Hola!... ¡Por la revista Hola!

 

R: Mmmmm… Pues me disculpa, pero a mí ese chiste me pareció ofensivo.

 

SI: ¿Contra quién?

 

R: Contra el buen humor.

 

SI: Pues, en ese caso, ejerza un derecho a réplica.

 

R: ¡Tiene razón! ¿Lo dirijo a las redes sociales o directamente a los medios?

 

SI: No, al Ministerio de Interior y Justicia para que le manden a cancelar ese chiste.

 

R: Ya va, pero… ¿no le parece que existen formas más civilizadas de arreglar las cosas con los humoristas?

 

SI: Sí, sí las hay: una multica por daños y perjuicios en contra de las minorías.

 

R: Bueno, entonces siendo así las cosas, ¿cuáles escenarios nos quedan a nosotros para hacer nuestros espectáculos tranquilos y sin problemas?

 

SI: Los pequeñitos.

 

R: ¿Se refiere a un barcito, la sala de una casa?

 

SI: No, un carro blindado para que nadie les pegue.

 

R: También pudo haber dicho una cápsula de la Estación Espacial Internacional y queda más elegante.

 

SI: No, porque los astronautas son una minoría y mi misión es defenderlas a todas, como la minoría negra, la minoría gay y la minoría de los ofendidos (que ya está dejando de ser minoría porque todo el mundo se ofende).

 

R: Ah, pero me va a disculpar. Ahí le faltó una minoría.

 

SI: ¿Cuál?

 

R: La de los humoristas.

Fue en ese momento cuando la Señora Inclusión no aguantó más su rabia, se levantó y se vino contra mí para caerme a golpes. Por fortuna, tenía cerca una puerta del avión, la abrí inmediatamente y me lancé al vacío. Menos mal que fui lo suficientemente inclusivo… e incluí un paracaídas en mi morral.

Fuente

Reuben Morales