DEL PLAN A LA ESTRATEGIA

Me gusta mucho consultar las definiciones y etimologías de palabras que ofrece la Real Academia Española (RAE). Siempre aprendo cosas nuevas.

En esta oportunidad busqué la palabra PLAN , encontrando: “Intención, proyecto; modelo sistemático de una actuación pública o privada que se elabora anticipadamente para dirigirla y encausarla; escrito en que sumariamente se precisan los detalles para realizar una obra.”

De igual modo, para ESTRATEGIA: “Arte, traza para dirigir un asunto; proceso regulable, conjunto de reglas que buscan una decisión óptima en cada momento.”

Resaltando las palabras clave, puedo extraer la siguiente definición combinada de PLAN ESTRATéGICO:  Actuación que se elabora anticipadamente, con precisos detalles, para realizar una obra a través de un proceso regulable, con reglas que busquen una decisión óptima en cada momento.

Suena bien, con coherencia y sentido, ¿cierto?

Está claro que vivimos en un mundo de hiperconectividad y, dentro de la órbita de relacionamiento que tengamos, ante cualquier proyecto, la planificación siempre será el punto neurálgico que nos llevará luego a disfrutar las mieles de las metas alcanzadas.

Nuestros planes (lo que deseamos ejecutar) y las estrategias que le han de acompañar (los pasos que ayudan a crear dicho plan) agregan valor a nuestro negocio o marca, por lo que deben contar con elementos que respondan a tiempo las innumerables necesidades de nuestros públicos de interés, ya que cada vez más se vuelven muy empoderados, pudiendo ser tan exigentes como críticos.

Estos quieren sentirse identificados con los productos y servicios que reciben o consumen, lo que obliga a las empresas a elevar el nivel de comunicación hasta alcanzar pensamientos que conecten adecuadamente con ellos, no tan solo comunicarse con ellos.

Hoy ya no se habla de marketing; ahora se habla de marketing con propósito. Ya no es tan solo pensar en cómo generar confianza de cara a los clientes externos; es también integrar y empoderar en ese esquema a los mejores embajadores con los que se cuenta: sus propios empleados.

Las estrategias dentro del plan de comunicación que implemente su empresa, deben ser siempre auténticas, absolutamente transversales, con un enfoque personalizado, escuchando y analizando cada detalle para crear recuerdos memorables, moviendo cada uno de los sentidos de la gente, para que sientan que se está allí, presente, cerca. Algo así, como “tener amores”.

Algunas estadísticas indican que más del 80% de los proyectos fracasan pues se tiende a mirar más a porcentajes y ratios, que a establecer actividades estratégicas que ayuden a acercarlos al cumplimiento de las metas. Es, por lo tanto, muy importante poder distinguir claramente entre una cosa y otra.

Y les aseguro que, de paso, su departamento de finanzas se lo va a agradecer cuando vea que el presupuesto solicitado para su plan no requirió de solicitudes adicionales de fondos por estrategias mal concebidas.

Fuente

Julio Fernández L.