Los nuevos “ludditas” y la inteligencia artificial: ¿amigos o enemigos?

Los “ludditas” fueron un movimiento obrero surgido en Inglaterra a principios del siglo XIX, cuya principal preocupación era la automatización de los procesos productivos, se hicieron famosos por su oposición a los avances tecnológicos en las máquinas de tejer, que suponían una amenaza para su forma tradicional de trabajo. Consideraban que estas máquinas no solo les quitaban sus empleos, sino que también degradaban la calidad del trabajo y reducían los salarios. Para hacer valer sus demandas, los “ludditas” se dedicaron a sabotear y destruir las máquinas que consideraban una amenaza.

Hoy en día, la preocupación por la inteligencia artificial y su impacto en el mercado laboral ha resurgido con fuerza esta preocupación por los puestos de trabajo modernos y sus nuevas formas que adoptará.

Hoy, los avances de la inteligencia artificial se perciben de una manera similar a como los “ludditas” veían las máquinas de tejer. La preocupación principal radica en la pérdida de empleos. A medida que la inteligencia artificial se vuelve más sofisticada, es capaz de realizar tareas que antes solo podían hacer los humanos. Desde los robots en las fábricas hasta los sistemas de atención al cliente automatizados, la IA está transformando el mercado laboral y hay quienes temen que esto lleve a la obsolescencia de grandes grupos de trabajadores.

Sin embargo, no todos ven a la inteligencia artificial como una amenaza. Hay quienes argumentan que la automatización y la IA pueden liberar a los trabajadores de tareas repetitivas y aburridas, permitiéndoles dedicar más tiempo a actividades que requieren creatividad, pensamiento crítico y habilidades sociales.

 

En búsqueda del equilibrio

En lugar de ver a la inteligencia artificial y a los “ludditas” como dos fuerzas opuestas, puede ser más constructivo buscar un equilibrio entre ellos. En lugar de destruir y temer a la IA, se puede trabajar para asegurarse de que su desarrollo esté orientado al bien común. Esto implica una regulación adecuada y una política pública que garantice que los beneficios de la automatización y la IA se compartan de manera equitativa, evitando la polarización y la creación de nuevas desigualdades.

No olvidemos la importancia de la educación y la formación continua para que los trabajadores puedan adaptarse a los cambios tecnológicos y aprovechar las oportunidades que ofrece la IA. La capacitación en habilidades digitales y el fomento de la creatividad y el pensamiento crítico son fundamentales para garantizar que las personas puedan mantenerse en el mercado laboral y no sean desplazadas por la automatización.

Gran reto para los gestores de recursos humanos en las empresas, quienes deberán lidiar con las tentaciones de la deshumanización y buscar una integración entre la IA y la fuerza laboral, implementando acciones más preventivas y éticas que busquen el bienestar laboral de los trabajadore y la sociedad.

Fuente

Carlos Domínguez