¿Es necesario prepararnos hoy o pasada la tormenta?

Es un viaje de exploración, por momentos desordenado, donde necesitamos experimentar, sin sentirnos a la defensiva por el tiempo aparentemente improductivo que vivimos.

Hoy tenemos como varias macro fuerzas que juegan juntas, los matices de la globalización, la transformación de las tecnologías y las economías afectadas por un factor externo, representado en una pandemia que genera una serie de rupturas, que impactan en nuestras vidas y en nuestras carreras.

De ahí la importancia de contar con herramientas para liderar nuestra propia transición, para saber observar oportunidades y redefinir nuestro sentido de propósito, nuestra red de apoyo y la construcción de una nueva visibilidad, que apuntale nuestra identidad profesional.

Es un camino donde se necesita leer y reescribir sobre otros escenarios que asoman, ya que los desafíos siempre nos obligan a repensar varios enfoques, y a saber asimilar la transformación como una tarea para reordenar significados y metas.

Necesitamos estar “bien instalados” y esto exige consistencia en creencias y acciones concretas, tener solidez psicológica para generar influencia positiva en nuestro rumbo y en nuestros resultados, sin perder el ánimo, la calma y la esperanza.

¿Pero cómo se trabaja con esa hoja de incertidumbre, dejando atrás viejas creencias y prácticas, que no califican para esta tormenta o para luego de ella?

Una consigna para comenzar será desarrollar un pensamiento disruptivo y entender otra apertura.

Un pensamiento que nos lleve a proyectarnos hacia otro futuro, con una mentalidad creativa.

Algunos hablan de un mundo viejo y un mundo nuevo, un mundo teórico que amenaza y otro práctico que nos desafía, pero tengamos en cuenta que en el medio están “las rupturas”. Lo nuevo nace en los límites, en los márgenes, solo se trata de llegar y atravesar esas fronteras.

Y para esa transición es importante trabajar sobre nuestras propias resistencias y las de nuestros equipos, pues no habitamos en espacios sólidos y creativos muchas veces, sino en aquellos afectados por costumbres y formas rutinarias en el “hacer”.

Hoy es fundamental ser ágil, no como forma de sobrevivir sino como clave para romper con las rutinas, para abordar una nueva conquista, y para ese “descubrir” no hay edad, solo se necesita capacidad, habilidad y mucha pasión.

Decía ya hace unos años, Anthony Giddens en una de sus obras, algunas frases que reflejan estos tiempos: “Vivimos en un mundo desbocado, casi fuera de control, que introduce nuevas formas de riesgos e incertidumbre, pero que al mismo tiempo incorpora oportunidades”.

En ese “mundo desbocado” la conquista debe encaminarse con mentalidad de crecimiento, sólo válida para aquellos que sienten el deseo de aprender, de “capitalizar de manera verdadera este momento”, de buscar nuevos retos, aunque sea en la tormenta.

Debemos entrenar líderes y equipos “que quieran hacer”, además de pensar y sentir, de perdurar y sostenerse.

“Hacer” para corrernos hacia un rol de protagonista con claridad de propósito. Esto le dará el marco simbólico a nuestras decisiones y acciones, si buscamos superarnos y reinventarnos.  

Es claro ya, que sobrepasamos la fase de la cuarta revolución para llegar a la fase de la “transformación del ser”, del pasar “del yo al nosotros”, de una búsqueda real de nuestro interior.

Las oportunidades se encuentran, se construyen, durante la tormenta y luego de ella, pero es determinante que “nos podamos encontrar”. Es una buena señal si comenzamos a trabajar con un propósito que actúe como guía, una “razón de ser” clara y un saber caminar, que nos lleve de lo lógico a lo intuitivo y emocional.