"Cambalache" Un Reflejo de las Semejanzas con el Fraude en la Sociedad Moderna

Por muchos años observé a mi padre disfrutar del álbum "Tango" de Julio Iglesias. El fin de semana pasado decidí escuchar ese mismo álbum, y cada vez que lo hago, me transporta a los momentos compartidos con mi padre, que en paz descanse. Aunque hay muchas canciones en el álbum que evocan recuerdos de él, hay una en particular que conecta profundamente con mi trayectoria profesional en la prevención y detección del fraude. Dedico este artículo a la memoria de mi padre, por quien daría lo que fuera por tener una última conversación.

La canción "Cambalache," originalmente escrita por Enrique Santos Discépolo en 1934 e interpretada magistralmente por Julio Iglesias, es más que un tango emblemático; es un agudo comentario social que, lamentablemente, sigue siendo relevante en nuestra era moderna. Al analizar esta pieza, podemos encontrar sorprendentes paralelismos con el fenómeno del fraude, tanto en el ámbito personal como en el empresarial.

Un Mundo Donde Todo Vale

Una de las líneas más icónicas de "Cambalache" es:

Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé,

en el quinientos seis y en el dos mil también.

Discépolo describe un mundo en el que la maldad y la corrupción son constantes, una percepción que resuena con la realidad del fraude. En muchas organizaciones, el fraude es un problema persistente, manifestado a través de prácticas deshonestas y comportamientos poco éticos que continúan a lo largo del tiempo. La falta de integridad y la normalización de estas conductas son reflejadas claramente en la canción.

Relativización de Valores

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,

ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador.

Esta línea sugiere una indiferenciación moral donde las acciones, ya sean buenas o malas, son tratadas con el mismo nivel de aceptación. En el mundo del fraude, esta relativización de valores se observa cuando los empleados y directivos justifican prácticas fraudulentas como necesarias para el éxito o supervivencia de la empresa. La ética se ve comprometida cuando el fin justifica los medios, creando un "cambalache" moral.

La Cultura del Fraude

La canción también menciona figuras históricas y contemporáneas mezclando héroes y villanos, lo que subraya cómo en un "cambalache" de valores, no hay distinción clara entre el bien y el mal:

Siglo XX, cambalache, problemático y febril...

El que no llora no mama y el que no roba es un gil.

Este verso resalta una cultura donde la corrupción y el fraude se ven casi como requisitos para el éxito. En muchas organizaciones, esta mentalidad puede permear y dar lugar a un entorno donde el fraude no solo es tolerado, sino también incentivado. El costo de no participar en actividades fraudulentas puede ser percibido como demasiado alto, llevando a individuos a comprometer sus principios.

Fuente

Rodrigo Planas